Me pidió perdón. Y se creía que lo había solucionado todo. Lo entiendo. Yo a veces también lo pienso. También a veces pido las cosas por favor ,pero no funciona por inercia. ¡Es lógico!
Luego me dijo que odiaba todo lo que alcanzaba a recordar junto a mí. Entonces resultó que debía ser yo el que tenía que disculparse. Y por ahí sí que no paso.
Prefiero pedir perdón que pedir permiso. Vale. Pero después de correrse, ella se fumaba un cigarro conmigo y me quería. Así que ya no valen de nada los arrepentimientos. Se ha quedado con lo más útil de mis adentros en sus adentros. Y yo con sus orgasmos, que no llegaban a ser míos, pues se escapaban por la ventana todas las mañanas cuando abríamos para ventilar la habitación.
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