5.15.2012

ἀταραξία

Hice la maleta con todo lo que en ese momento tenía y ni si quiera fui capaz de meter la ropa. Así que pensé que la solución más correcta sería meter todo aquello que me hiciera feliz, para poder ser feliz allí donde iba y me di cuenta que no tenía nada para llenarla, solo aire. Al principio me dio tanta pena que cerré la maleta y la metí de un empujón debajo de la cama. Luego lo pensé mejor y me puse a escribir todo lo bueno que tuve en mi vida en un papel para meterlo en la maleta y, cuando estuviera lejos de allí, leerlo y decir ¡qué cantidad de cosas tengo y que poco espacio ocupan! Deseché la idea, simplemente por vagancia, como todo lo que hice en mi vida. Como cada quimera perseguida que dejaba ese sabor a metal, o a sangre, en el paladar. Y, como es natural cuando se está decaído, me puse a pensar en otras cosas que desembocaron en más tristeza. Pensé que lo mejor era tratar de reactivar mi flujo sanguíneo y comencé a moverme. Una cosa llegó a la otra y decidí, al ver la ropa que no pude meter en la maleta, que lo mejor sería darme el gusto de ponerme algo distinto, por el tema ese de cambiar de aires, y me puse unos pantalones vaqueros que hacía meses que no me ponía. Me gustó como me quedaron, así que me puse una camisa que también, casualmente, hacía meses que no me ponía. Y que curioso, me gusté. Así que cogí mi maleta llena de aire y puse rumbo al sur. Era curioso ver como cambiaba continuamente de humor, moviéndome de un lado a otro, cual péndulo cortante sobre mi propio cuerpo, y qué cojones, era libre. Nada me nublaba ya el alma, ni lo bueno, ni lo malo. Miré si tenía algo en los bolsillos y me encontré un euro, algo tan ínfimo como una pequeña moneda, que tiempo atrás hubiese menospreciado me hizo más feliz que cualquiera individuo sobre la faz de la tierra. Fui directo a donde la gente compra y vende alimentos, supermercados dicen algunos, y me compré un par de botellas de agua. Las metí en la maleta. Ya tenía aire y agua, necesitaba algo de comer. Más tarde pensé que no: Había visto personas que habían aprendido a vivir del aire y no les ha ido del todo mal. ¡Además yo también tenía agua!

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