Tenía algo de porros y un par de
euros y, en las manos adecuadas, es decir en las mías, tenía un par de
cervezas, un par de canutos para fumar y algo de tabaco. Pero claro, para
conseguir esto debía hacer algo demasiado bien visto, compartir. La gente quiere
fumarse lo de los demás, eso siempre te da una cierta ventaja táctica a la hora
de salir de noche o te jode, también hay que decirlo. “Eh tío, píllame una
birra y fumas de aquí” o el mágico y elemental “piti pa´peta”. Pequeñas cosas
que crean la dependencia del ser con otros individuos. El papel y el tabaco son
aquí lo que el petróleo en América, salvando las distancias, claro.
Son las once y medía. Me enciendo un cigarro y me meto en la bañera. Es una buena bañera, debe ser lo único bueno de esta casa, bueno, la bañera y yo. También hay un póster de Depeche Mode que vale algo la pena, pequeñas cosas.
Acciono el grifo del agua
caliente y espero unos minutos, la ceniza cae sobre mis pies. El agua sale
fría, por lo que el calentador debe estar estropeado, así que creo que antes de
intentar arreglarlo la solución es simplemente no ducharse. Me unto en una cantidad insana de desodorante
de spray y busco algo de ropa en el armario. Termino con una camisa “de leñador”
que diría mi madre, unos pantalones pitillos “de maricón” que diría mi padre,
unas bambas “de pescador” que diría mi abuelo y una chaqueta vaquera gris que
es “bacana” como yo digo, y me quedo tan ancho. Meto la mano en el bolso
lateral y saco un cigarro roto, roto por donde yo lo necesito roto. Sonrío.
Parece ser que no va a ser un día tan malo.
Decido mirar algo de porno en el
ordenador antes de irme. Me gustaría grabar una película con esas diosas, pero
termino la paja y pienso que son unas guarras. Luego me siento machista, pero
como no hay nadie para juzgarme sigo pensando que son unas guarras. Pienso en
que pensaran sus padres de ellas, luego pienso que igual no tienen padres.
Ahora estoy triste, mierda. Siempre hay alguna pequeña cosa que te alegra y
otra que te arde por dentro.
Voy a la cocina a beber algo de agua y mientras busco un vaso y lo coloco en el fregadero, recuerdo que aún me queda una botella de cola sin abrir en la nevera. Sonrío como un imbécil, soy el tipo más feliz del mundo por esa botella de refresco fría. Me doy algo de pena, pero se me pasa bebiendo. Empiezo a pensar cuanta de esta mierda he bebido a lo largo de mi vida y concluyó pensando que simplemente habré bebido mucha, pero no menos de la necesaria ni más de la debida.
Voy a la cocina a beber algo de agua y mientras busco un vaso y lo coloco en el fregadero, recuerdo que aún me queda una botella de cola sin abrir en la nevera. Sonrío como un imbécil, soy el tipo más feliz del mundo por esa botella de refresco fría. Me doy algo de pena, pero se me pasa bebiendo. Empiezo a pensar cuanta de esta mierda he bebido a lo largo de mi vida y concluyó pensando que simplemente habré bebido mucha, pero no menos de la necesaria ni más de la debida.
Cierro la puerta con llave y bajo
andando hasta la calle. Hace un buen día, o una buena noche. Marcó en el móvil
el número de esa chica y acto seguido comienzo a oir la señal de la llamada.
-¿Sí?- Se oye tras el auricular.
- Escucha, soy yo, me preguntaba,
esto, ¿Tienes algo que hacer?, mis colegas me han dejado tirado y una noche
como esta hay que vivirla. ¿Me dejas invitarte a una caña? – Estoy nervioso y
ella lo nota, se ríe. Hasta su risa levanta mis pasiones más oscuras.
- Tengo que hacer unas cosas,
otro día si eso, cuídate. – Y cuelga.
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