5.21.2012

Ruido de cloaca. (cap. 1)


Estoy nadando entre el rock n’ roll con hielo y algo de cola cuando un leve temblor se abalanza sobre mi pierna derecha.

- Yo creo que se la folla. ¿Tú qué opinas? – No me apetece responder, pero debo hacerlo, sino me hará otra vez la misma pregunta y no habrá margen de error. La respuesta, debido al alcohol en sangre debía ser sencilla y tajante, para evitar futuras preguntas.

 –Sí, claro que se la folla, es la mujer más fácil que conozco. -La voz me suena entrecortada.

 –Bueno, que haga lo que quiera, a mi no me pone nada. ¿A ti? – Maldita sea, preguntas y más preguntas, las oigo demasiado lejanas.

 – Yo no la toco ni con tu polla, cabrón – Se lo digo y me río, cambio la cara, se lo ha creído y me siento mal por ello, joder, claro que me la follaría, es más yo quiero follarmela. Me la quiero follar una y otra vez.

El temblor me surca la cadera, estoy cachondo. Necesito echar un polvo o hacerme una paja. ¿Qué cojones hago aquí? Nada. Miro hacia arriba y me mareo, me vuelvo a  reír, me siento solo y la música vibra en mi mente. -¿Estás bien?- Una voz femenina me embriaga –Sí, tranquila – le digo y me levanto. Trato de darle un beso, se aparta y oigo voces irrisorias a mi alrededor. Trato de hacer como si nada, ella mira a los lados y me dice que la acompañe al baño. Comienza a mover las caderas y siento un calor inhumano, noto ligeros chorretones en ambas axilas, sudor en la frente y rubor en las mejillas. Sigo con mi mirada vista en su culo, bebo lo que queda en el vaso y me entran ganas de vomitar. La puerta del baño se abre, me guiña el ojo y entra. No me apetece ir, así que me despido de mi amigo, el de las preguntas aburridas y le digo que le veo mañana. Me intenta dar un abrazo y trato de zafarme, da un leve tropiezo y cae de bruces. La gente nos mira, me subo los cuellos de la chaqueta y toco con la barbilla el pecho, avanzo hasta la puerta. Ya no hay vuelta atrás, joder, podía haber echado un polvo. Abro la puerta y la ráfaga de aire me sacude hacia atrás el pelo y me despeja. Lo último que veo antes de salir es a esa chica que no, pero que si me follaría con un pajillero dándose el lote en una esquina. Pienso que tiene ese desgraciado que no tenga yo y noto una ligero ardor en el estomago. Celos. Mierda. Noto como la puerta se cierra tras de mi, parece que todo el ruido se ha ido.

Cojo del bolso interior de mi chaqueta una cajetilla de tabaco, llevaba mucho tiempo sin ver una tan llena. Había tenido suerte encontrándomela dentro de un bolso de alguien que ni siquiera conocía.  Busco el móvil para ver que hora es y nada. Lo había dejado encima de la barra, joder. Da igual, está demasiado lejos. Me pongo un cigarro en los labios y lo prendo, doy un par de caladas y el temblor me surca el pecho. Vomito. Vuelvo a vomitar. Me fijo en el vomito y pienso que llevo sin comer carne desde  ayer, llevo sin comer nada desde ayer. ¿Qué cojones es eso que flota en el vómito? No importa, no importa nada. Centro la vista en la pared amarillenta y pienso en ella.

Saco la libreta del bolso de atrás del vaquero, esta empapada, me suda hasta el jodido culo y eso que debe hacer menos un millón de grados aquí fuera. Paso las hojas de manera sistemática hasta llegar a la última escrita. La leo y me doy vergüenza. Así que buscó un par de hojas totalmente en blanco y saco el bolígrafo del abrigo. Flaqueo ante el testigo de papel amarillento por la luz de la farola y decido que lo más sensato es no escribir. Guardo la libreta, tengo mucho que decir, mi mente flota, pero no quiero escribir, demasiado trabajo. Entonces me pasa como me ha pasado toda mi vida. Pienso en que estaría de puta madre poder pasar todo lo que me reconcome por dentro a un papel directamente sin tener que pensar en que decir o como decirlo, simplemente pensar. Así tendríamos sentimientos en materia bruta dentro de un papel. Pasan los minutos y pienso que soy gilipollas. 


Me apetece hacerme una paja, miro a ambos lados de la calle, no veo a nadie. Me meto la mano en los huevos y los noto más fríos que la tumba de Adan y Eva, tengo la parte final del rabo encogida y arrugada. Trato de menearmela un poco a ver si hay suerte y eso despega. Me da que no. Estoy muy borracho. El temblor me sacude el ojo derecho, quizás es una buena hora para irse a casa, o para salir de ella, nunca sé cuando es buen momento para hacer las cosas. Coloco mi espada contra la columna y tarareo una canción de Dylan. Creo que me voy a desmayar, cierro los ojos. Lo último que pasa por mi mente es a esa chica que no, pero que si me follaría con un pajillero dándose el lote en una esquina. Joder. Menudo dejávù. En realidad estoy mintiendo, me fuerzo a tener ese pensamiento, pero lo último que realmente se me pasa por la cabeza es si me he vuelto a abrocharme los pantalones. No me importa. Cierro los ojos, ya casi es de día.



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