6.11.2012

Sabor a oscuridad.

Estallaron las bombillas,
los cristales,
indecisos,
cortaron el aire,
para estrellarse en el silencio.

La oscuridad se acomodó
en el último aliento del día,
nadie lloro su pérdida,
inútil,
pues no había ya nadie allí.

Solo quedo el tiempo,
tan impasible como siempre
y yo fui el único testigo,
inerte,
al que lastimó su paso.

Decidí quedarme quieto,
tan solo,
como había querido estarlo,
y vi al fondo esa luz,
inalcanzable con mis cadenas.

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