6.01.2012

Graznidos.

Soy el típico cuervo negro que esta posado en una rama cualquiera mirando el horizonte. Puede que algún día me pose levemente en tu hombro y te diga ¿Quieres venir a ver el amanecer desde mi árbol? Y, cuando vuelva a ser de noche, huiré lejos entre las sombras. No quiero que recuerdes mi plumaje, ni si quiera el destello de mis ojos. Simplemente quiero estar ahí graznando cuando quieras dejar de oír el eco distante del mundo. Y, cuando dirijas la mirada hacia mi, alzar el vuelo. Alzar el vuelo tan rápido que creas que todo ha sido todo un visión. La visión de la noche teñida en el cielo.

Anhelo ser el pájaro solitario, pendiente únicamente de si el día será lo suficientemente largo para brindarme todos los kilómetros necesarios para conocer mi bosque desde el aire. Mal augurio dicen algunos. Otros bendicen mi llegada. La verdad ha terminando sin importarme realmente nada, solamente me importan esos segundos desde que caigo en picado de la copa más alta del árbol más alto del bosque hacia el suelo, y, mientras atravieso como una bala los escasos metros hasta la tierra teñida de hojas secas y ramaje, extiendo ligeramente mis alas y surco el aire... Son esos momentos lo que me dan la energía necesaria para batir mis alas y volver a elevarme sobre el mundo.


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