una voz hace temblar las luces
que vibran,
ligeras,
en la oscuridad.
Los silencios,
caóticos,
dejan sordo.
Alguien evoca el ruido,
y su voz se tiende,
ligera,
en el aire.
No sé que esta pasando.
Me mantengo en vigilia
sin apenas escudo,
buscando la llama.
Vuelven las sombras,
me acarician,
sonrientes,
con el último soplido
del humo,
ya distante.
La Oscuridad se posa,
resquebrajada,
en mi nombre y
susurra a mí mente:
Descansa
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