4.22.2012

De sal a herida y tiro porque me toca.

Al abrigo del taxi,
la noche no se detenía y
la lluvia golpeaba lo cristales.
No hay mucho más que decir sobre eso.
Ella apoyaba la cabeza en el
firme hombro por él ofrecido,
su pelo olía como siempre y todavía
quedaban intuiciones de ginebra en la boca.
Notaba su mano fría y trémula
sobre la suya, procurando que no
se sintiera más sola que él.
Saben que es la última vez,
que por mucho que paren los relojes
el tiempo está en su contra.
Ninguno oculta la pena, pero
ambos evitan la mirada triste
al final de los ojos.
Bendita elocuencia del alcohol bebido a solas.

La despedida nerviosa no esconde sino
miedo a lo que vendrá.
Pensaba en ella, y en la otra ella también,
tan unidas por el afán de separación
y la dulce tentativa del olvido.
Ya en su habitación enciende un cigarro,
fina metáfora de su espíritu ahora en
letargo.
Placer momentáneo que augura muerte,
palabras grises que flotan vacías y juegan desnudas
al aire y se pierden y desaparecen.
Algún día añguien elegirá su muerte en mi placer, pero hoy,
de nuevo, el humo escribe soledad.
El marco está puesto,tuya es la historia.
Su historia.

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