4.27.2012

Metamorfoseame.

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso humano. De su torso salían dos largas extremidades que terminaban en cinco más, diez en total, más pequeñas que las primeras. Del final del torso y de lo que antes era su abdomen, convertido ahora en una extraña cintura, salían ahora dos fuertes patas peludas. "Qué raro", pensó. "Quizás si intento dormir más me despierto convertido en el insecto que antes fui, esto debe de ser todo un sueño" No en vano, trato de dormir algo más, y así lo hizo, al menos durante unos minutos. Su piedra, húmeda y oscura como antaño, no le proporcionaba un cobijo cómodo, así que trato de levantarse. No sin antes apretarse los dos extraños bultos, así como el cilindro que le colgaba de la entrepierna. Debido al dolor que esto le produjo pensó que era mejor no volver a tocarlos ni dejar que alguien los tocara. 

Sin embargo, al contrario que en la kafkiana Metamorfosis, este humano, antes insecto, pudo seguir viviendo hasta, que fruto del tiempo, su alma se escabulló entre su boca. La naturaleza lo había escogido tiempo atrás para surcar los bosques en soledad, sin ninguna dependencia, sin tener que estar atado a un trabajo o una familia a la que dar explicaciones. Le dio alas para volar libre. Luego patas ¿Pero qué más da? Seguía siendo individualista, seguía pudiendo surcar los bosques en pos solo de la búsqueda de su propio camino. Una vida libre, sin una sociedad que le dicte. ¿Tan horrible sería despertarse convertido en un monstruoso insecto?


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