4.05.2012

Hormigas, ciudades, humanos, hormigueros.

La importancia de los hechos es que son tal y como los definen en los diccionarios escolares que abundan en los colegios. ¿Qué necesidad tenemos, malditos arrogantes (nosotros: los humanos), de catalogar los sucesos que se vislumbran a nuestro alrededor? ¿Es a caso la subjetividad necesaria para el desarrollo físico e intelectual, así como para el desarrollo de la sociedad hacia un bien mayor? La respuesta es no. 

Hemos olvidado lo que somos. Y es que no somos más que animales con un posesión leve de intelecto, que nos da (o eso se ve en las noticias) la capacidad para destruir todo lo que encontramos a nuestro alcance (y podamos) arrasar. ¿Es necesario conquistar un puñado de arena porque lleve una insignia en su corazón de color tan oscuro como puede llegar a ser la maldad humana, simplemente por el hecho, de que tenemos capacidad para ello?. 

La mejora de nuestra, aunque no se observe a simple vista, leve existencia nos condena cada vez más a la decadencia de la misma. ¿No sería necesario, simplemente por el hecho de vivir, tratar de mejorar el mundo para así recompensar, no a Dios, cuya opinión me reservo, si no a la vida misma por tal regalo? ¿No sería objetivo primordial en la vida tratar de llegar a ser personas (siendo este término la muestra de una continua mejora individual en pos de la mejora del conjunto a través de la unión de los individuos (a su vez individualistas en gran parte) con la naturaleza más dura y salvaje)? Algunas preguntas tienen respuesta, pero desgraciadamente provocan un pinchazo en el corazón cuando se esta se evoca, otras sin embargo crean un vacío espectral y esas son las más dolorosas ¿A caso es ya demasiado tarde para cambiar el rumbo de la sociedad? ¿Estamos condenados a vivir presos de las multinacionales, a ser victimas del atroz consumismo, pase lo que pase? Puede que sí, puede que no. Puede que algún día el reloj se reinicia y volvamos la punto cero, quizás lo vea, eso me gustaría, o quizás no. 

Lo único que sé, es que un hombre debe vivir en pos de un sueño, aunque ese sueño sea la propia búsqueda de este.


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